La romántica rima de Bécquer a la que pertenece el título de esta entrada me ha parecido, por su sensibilidad, apropiada para expresar los profundos sentimientos que experimentamos hacia nuestras madres.
Unidos por un sentimiento de añoranza, hemos querido recordar algunas de las muchas vivencias que compartimos con ellas.
Ójala que hoy, Día de la Madre, nos ayuden a mitigar la tristeza y sean el cariño, el orgullo y el agradecimiento los que nos arranquen esa sonrisa con la que nos gusta recordarlas.
Sirvan estas palabras como un muy merecido homenaje a todas las madres, a las que nos han sido impuestas por nuestras parejas y las nuestras propias.
Empezaré recordando una frase que decía la mamá, haciendo referencia a las madres: "una madre es el mejor bocadico que hay". Ahora, desgraciadamente, sé muy bien lo que ello significa.
Me he querido centrar en esas historias que nos contaba, en especial a sus nietos, de cuando era pequeña y la escuchaban embelesados como de un cuento se tratase y al finalizar éste, siempre acababan diciendo: "Yaya, cuéntanos más".
Una de esas historias contaba de cómo una vez, la abuela tenía a cenar en casa a unos músicos y preparó una cacerola llena de albóndigas. La cosa fue que la mamá no hacía más que ir y venir y la abuela se preguntaba, el teje maneje que llevaba la mamá. Cuál fue su sorpresa que cuando fue a calentar las albóndigas, éstas habían mermado bastante. Al pregúntarle la abuela a la mamá, le dijo: "¿Prenda, cuantas albóndigas te has comido?"
Y ella contestó con sus dedos diciendo uno, dos, cuatro,cinco.Así que no sé cómo quedaría la cosa, pero bien aprovechadas que estaban.
O la del gato ladrón, que la abuela lo tiró dentro de un saco al río, porqué con la patica les abría el armario y se comía lo que había y a los pocos días el gato apareció otra vez.
O la de los alberges que se comió de un árbol y al beber agua fría le dio un "cólico cerrao",que decía ella y estuvo a punto de irse al otro barrio de lo malica que se puso. Hay tantas que no pararía y supongo que todos las conoceréis.
Desearte mamá, un feliz día, allá donde estés y que ha sido todo un privilegio tenerte como madre. Te quiero mucho, mamica.
Merce
En plaza Canteras,en la terraza, tomando un granizado de limón o un heladico ,como ella decía, porque era lo que más le gustaba cuando hacía calor.
Se sentía la mujer más dichosa en compañía de sus hijos y de sus nietos.
También recuerdo una tarde estando nosotros con ella en la explanada, con Ele,Oscar y los chicos, jugando a la pelota. Le pasaron a Diego el balón cuando de repente un perro comenzó a perseguirlo con la intención de jugar con la pelota. Diego corría mientras volvía la cabeza hacia atrás con cara de pánico, nosotras no parábamos de reír viendo esa escena,sobre todo la mamá, que se reía tan a gusto como hacía mucho tiempo que no recordaba.
Isa
Hola yayi, hace tiempo que te fuistes y te echo muchísimo de menos.
Gracias a ti he aprendido muchas cosas, tú me enseñaste a crecer como persona, a sentirme segura de mi misma e hiciste que creyera en mí.
Lo único que me queda de ti son los buenos momentos que pasábamos las dos juntas. Yayi me hacías tanto reír...
Uno de los recuerdos más graciosos y con el que sin duda me volvería a quedar una y otra vez fue cuando te tenías que duchar y te ponías tan revoltosa que siempre nos acababas convenciendo y te librabas de la ducha. Aunque había otras veces que no te salías con la tuya y cuando te conseguíamos duchar salías con los pelos rubios y revueltos como si fueras un pato loco, sin duda ese recuerdo nunca se me olvidará yaya.
Después mi mami te secaba el pelo con el secador y mientras me mirabas una y otra vez y ella te peinaba y a su vez te lo secaba. Tampoco me olvidaré del olor a la laca que te echabas cada mañana porque esas cosas no se olvidan yaya.
Otro recuerdo que tengo contigo eran las tardes de los sábados, cuando jugabamos al parchís y yo siempre me picaba porque no sé si me haciáis trampa o algo por el estilo pero alguna cosa sí que me hacíais.
Pero luego a pesar de mis piques siempre ganaba la persona más especial, MI YAYA.
Mi yayi es única, es una referente, una gran madre, abuela la persona más graciosa y querida de este mundo por eso yaya, te deseo un gran día de las madres junto a tu hijo, tu hermana y tu mami porque aunque no estés este día con nosotros te sentimos como si estuvieras con nosotros, por eso no te preocupes que estamos todos bien.
No olvides nunca que te quiero yayi porque yo no lo haré jamás. ❤️❤️❤️
De tu nieta Lorena
El domingo 7 de mayo es el día de la Madre y me gustaría compartir en el
Blog del tío Dan las experiencias que
he compartido con la yaya y que más me han gustado. Aunque son tantas las experiencias, que he tenido que elegir
varias de muchas.
Quiero destacar las veces donde era mi cumpleaños, y siempre ella pasaba
el día conmigo junto con mis padres y
Lorena. Lo pasábamos muy bien, aunque no solo
era en mi cumple sino también lo pasábamos genial en el de Lorena, donde
ella también venía a nuestra casa a comer y a pasar el resto del día juntos.
Y como es en Agosto, la temperatura
era muy buena, aunque también en Febrero estos últimos años también ha habido muy buena.
Pero claro, también
muchos de los cumples los celebrábamos tomando algo en familia más grande, como con la
tía Merce y las primas junto con la Tía Isa y
los primos… hasta mucha más gente que también venía aparte de ellos a
celebrarlo en alguna terraza como en
la plaza de las Canteras.
A la yaya también le gustaba mucho Masterchef, lo veía todas las noches
que lo echaban, sin embargo ni yo ni
Lorena podíamos porque lo echan muy tarde y al día siguiente hay colegio.
Pero siempre cuando la visitábamos, hablábamos y comentábamos el Masterchef muy a fondo.
Lo que más valoro de mi yaya es que era una mujer muy fuerte y luchadora,
con un gran sentido del humor y que
siempre se preocupaba por todos nosotros. Ella es un ejemplo de superación y de seguir adelante porque ella siempre
dijo y seguirá diciendo garrote
cuando teníamos algo importante que afrontar (en mi caso son los estudios), y por eso la yaya es una
segunda madre para nosotros, los nietos.
Para finalizar también quiero felicitar a todas las madres de la familia
y que lo pasen genial en este gran
día de la Madre acompañados de la familia o amigos.
Alejandro
La mamá ya solamente de oirla hablar y explicarse, con esas palabras tan especiales que utilizaba,ya de por sí era graciosa oyéndola. Con ella tenemos todos un montón de momentos y anécdotas pero yo hoy quiero mencionar uno en especial.
Al final se quedó como una anécdota graciosa, pero al principio os aseguro que no fue así:
Y es que yendo en el coche de Carlos un día que volviamos de Ágreda,la mamá, Trini, Oscar y yo, al anochecer e ir a encender las luces del coche, resulta que no le funcionaba ninguna.
Fue como a mitad de trayecto hasta el pueblo, y ese camino sin luces, en plena carretera y en la total oscuridad de la noche, nos hizo tragar tanta saliva a todos, que ninguno pudimos olvidar. Tan sólo nos guiábamos por la luz de una triste linterna, y gracias a ella, y a que afortunadamente no pasó ni un solo coche ni en nuestro sentido ni en el contrario, pudimos llegar sanos y salvos al pueblo. Lo aparcó en la plaza y recuerdo también cómo juraba el pobre Carlos, cuando llegamos. Creo que nos estuvieron temblando las piernas un par de días después...
La mamá iba tambien muy nerviosa en el coche, pero aun en esa situación de peligro supo sacar su sentido del humor y apostar con Oscar una botella de whisky " Chivas" a que su hijo lograría llevarnos sin problema al pueblo. Y Oscar accedió a esa apuesta y siempre, después de eso, cuando a la mamá le venía a la cabeza aquello, se lo recordaba, mientras a mi me guiñaba el ojo..: " Oye Oscar...sabes que todavía me debes un Chivas, verdad?"
Y nos reíamos recordando aquella noche cerrada volviendo a Torrellas ☺️...
Elena
Dice
la sabiduría popular que madre no hay más que una y a ti te encontré en la
calle, pero los que tenemos la fortuna de vivir en pareja tenemos dos, la
nuestra biológica y la mal llamada suegra .Hoy voy a tener un recuerdo para las
mías, Viola y Mercedes, en realidad los tengo todos los días pero hoy con más motivo,
ya que es su día, podría referirme a sus muchísimas virtudes propias de una
generación especial de mujeres que no lo tuvieron nada fácil, pero prefiero
detenerme en aquellas pequeñas cosas que nos hacen recordarlas con una sonrisa.
Comenzaré con Mercedes y será el primer recuerdo que tengo de ella, que fue el
empapuzamiento al que fui sometido en la primera comida a la que fui invitado
para conocer a la familia, del cual creo que salí airoso ya que a fecha de hoy sigo felizmente casado
con su hija. Siempre tendré presente también la cualidad que tenia para
aglutinar en torno a ella a toda su familia y la férrea defensa que siempre
hacia de los suyos sin dudar de ellos nunca, un valor que me gustaría que les
haya trasmitido a sus nietas.
Recordaré ahora a Viola y como comprenderéis
necesitaría un libro de varios tomos para expresar todos los recuerdos que
tengo de ella. Todos los que la habéis conocido sabéis de su forma de ser, así
que me detendré en lo que muchas veces recuerdo y era su prodigiosa memoria,
incluso en sus últimos años, no nos hacía falta ni listín telefónico ni
calendario solo preguntarle en qué fecha cumplía años fulano o cual era el número
de teléfono de mengano y contestaba sin error alguno.
Era también una enamorada
de cine de barrio y de las pelis de Paco Martínez Soria y estando sorda como
una tapia no le hacía falta escucharla para seguir los diálogos porque era
capaz de decirte la conversación que en esos momentos del film llevaban los protagonistas,
podemos imaginar la cantidad de veces que las había visto. Sirvan estos pequeños recuerdos para
homenajear en su día a mis dos madres.
José A.
Siempre recordaré aquel viaje que hicimos al País Vasco hace muchísimos veranos. Viajamos con el coche cargado hasta los topes, como los magrebís que vemos en la televisión en la Operación Paso del Estrecho. Íbamos cuatro, Isa y Ele que por entonces eran unas jovenzanas, la mamá y yo.
Nuestro destino era un caserío cercano a Orio, dedicado al turismo rural, que yo ya conocía de un viaje anterior y que estaba situado en el monte pero muy cerca del mar.
Una tarde, paseando por los verdes alrededores de nuestro alojamiento, alguno de nosotros comentó algo, seguramente una noticia que había salido en la tele -no recuerdo cuál- que hizo exclamar a la mamá "¡Santa Catalana!", en señal de lo que le había impresionado. Lo espontáneo de su reacción unido a que sabíamos que realmente se refería a Santa Catalina, la santa que solía nombrar cuando algo le impactaba especialmente, nos hizo echarnos a reir a carcajada limpia a los cuatro.
Estuvimos riéndonos durante un buen rato, con una risa floja, incontenible, tan difícil de parar que nos daba de nuevo cada vez que creíamos tenerla controlada. Era una gozada ver reir de aquella manera a la mamá. Y verla reir cada vez que, años después, en cualquier conversación aludíamos a aquella inexistente santa catalana que se había convertido, con la complicidad de todos, en una broma compartida.
Ya que estábamos tan cerca de la frontera francesa les propuse a las tres darnos una vuelta por el país vecino antes de regresar a Zaragoza, siendo la mamá la más entusiasta con la idea. A mi me hacía ilusión que, sobre todo ella, pudiera decir que habíamos estado "en el extranjero" aunque solo fuera unos pocos kilómetros en el interior del País Vasco francés.
Siguiendo la costa fuimos a parar a San Juan de Luz, cuya playa estaba llena de gente porque hacía un día soleado y caluroso. Al final del arenal había una zona bastante extensa de rocas en las que el agua del mar había formado pozas no muy profundas que se podían sortear caminando con cuidado de roca en roca ya que éstas estaban, lógicamente, muy resbaladizas.
Tendriais que haber visto a la mamá, saltando alegremente de una roca a otra, como una jovenzana, con una sonrisa enorme en los labios, a la caza y captura de no sé qué mejillones que solamente ella creía haber visto en aquellos peñascos.
Aquel rato disfrutó como una niña, aunque hay que decir que tuvimos que llamarla al orden y ayudarla a volver porque nos puso el corazón en un puño por si se caía y se hacía daño en aquellos andurriales.
Afortunadamente no pasó nada y pudimos volver a casa sin incidencias. Pero yo aún guardo en la retina, como un tesoro, aquella sonrisa franca, sincera y genuina que nos regalaba.
Aquella sonrisa que iluminaba el mundo.
Daniel