Siglos atrás era frecuente utilizar una manta para cubrir a aquel que iba a ser golpeado o apaleado, costumbre que explicaría el origen de la palabra "somanta", formada por la preposición "so" -"debajo de algo"- y "manta", la pieza que sirve de abrigo en la cama.
De ahí que "somanta" tenga un significado literal de estar "debajo de la manta" o "cubierto por la manta" y otro figurado de "estar bajo los golpes", es decir, cubierto de golpes por todos lados como lo estaría bajo una manta. (2)
Otras versiones apuntan a que la somanta sería la sobremanta, la colcha o cubierta, es decir, golpes sobre golpes .(3)
Algo parecido de quien se dice «Encima de cornudo, apaleado», refrán que suele usarse en general para subrayar que alguien, sin merecerlo, resulta víctima por partida doble y concretamente cuando, además de ser el engañado, le toman por culpable y se lleva los palos.
Este dicho se hizo muy popular a partir de un relato recogido por diversos autores españoles del siglo XVI aunque su origen se remonta a uno de los cuentos de El Decamerón del escritor italiano Giovanni Bocaccio (1313-1375).
"En él se narra la astucia de una mujer que, prendada de su criado a espaldas de su marido, urde una estratagema para conseguir a la vez ver realizado su deseo amoroso y eludir las consecuencias que de ello pudieran seguir, haciendo que su marido no sólo no ignore el hecho, sino que encima lo interprete de modo que la pareja de enamorados salga con ventaja del lance.
Para ello, la mujer comienza por contar a su marido que el criado la persigue amorosamente desde hace tiempo y que incluso la ha citado esa misma noche en el corral, a lo que ella no se ha negado para así poder vengarse a conciencia de tan desleal criado. A tal fin, convence al marido de que se vista con sus ropas y sea él el que, guarecido en las sombras del patio, sorprenda al mozo y le dé su merecido.
Llegada la noche, el marido parte a cumplir el plan, mientras la mujer se reúne con su amado en el dormitorio. Cumplidos sus deseos eróticos, el criado, cómplice de los planes de la mujer, sale al patio armado con un garrote y al descubrir al amo (disfrazado de ama) le arrea una somanta de palos, aduciendo que la mujer adúltera se merece ese escarmiento y que su lealtad a su amo así le obliga.
De esta forma, el marido resulta al cabo, tras de cornudo, apaleado, aunque lo da por bien empleado pues el equívoco, a su modo ingenuo de ver las cosas, ha demostrado la fidelidad del criado y la honestidad de su esposa". (4)
Aunque el pobre marido no se libra de recibir un «Varapalo», que en su sentido literal se refiere a los golpes, lesiones y heridas que se dan con una una vara o palo largo, al menos puede ahorrarse el daño moral y la pesadumbre que supondría saber con certeza de la infidelidad de su esposa y que le dan a la expresión su sentido figurado.
Y es que ya decía el poeta latino Juvenal que "el marido es el último en enterarse del deshonor de su casa" y todos aquellos que están al cabo de la calle suelen decidir que el silencio es la actitud más sabia bien porque «les da palo» -vergüenza en el argot juvenil- bien por prudencia o bien por miedo a interferir y salir escaldado al ser tachado de mentiroso o envidioso. (5)
Y con esto terminamos, que ya está bien de palos.
Notas:
(1) (3) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.
(2) Blogs 20minutos.
(4) Doval, G. Del hecho al dicho.
(5) El Mundo.
Imagen: Artedrez.
No conocía la historia,pero la expresión ya nos da a entender que muy bien no va a terminar..
ResponderEliminarCon la de veces que usamos este dicho
Pues sí, muchas veces no sabemos el origen tan antiguo que tienen los dichos que utilizamos en el día a día... 👍
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