Las cosas de palacio van despacio, dar tiempo al tiempo, con el tiempo y una caña, tener mucha correa, tener más paciencia que el Santo Job, aguantar carros y carretas, ni aun buscándolo con candil

Todos hemos visto películas de época en las que los cortesanos deben pasarse mucho tiempo en los pasillos o en salas contiguas a las dependencias reales o de los poderosos para intentar ser recibidos y solucionar así un pleito o un asunto que les concierne. 

De ahí proviene el refrán «Las cosas de palacio van despacio» que aún hoy nos sirve para ironizar sobre la lentitud de la Administración y  la ineficacia de la burocracia, aunque en origen quería decir que debemos dejar que las cosas importantes sigan su curso natural y que esto requiere tiempo, prudencia y una buena dosis de paciencia. (1) También nos sirve para disculpar nuestra propia lentitud a la hora de hacer algunas cosas.

Paciencia requiere también «Dar tiempo al tiempo» , es decir, esperar el momento o la coyuntura oportunos, admitiendo que cada cosa tiene su proceso y que, por mucho que queramos, no se pueden realizar determinadas acciones hasta que no sea su momento. (2) A veces se utiliza también este dicho esperando que el tiempo transcurrido haga que una cosa se resuelva por sí sola o acabe por olvidarse (3) como diciendo que "hasta el mismísimo tiempo necesita tiempo para realizar su trabajo". (4)

Tiempo, habilidad y paciencia es lo que pide «Con el tiempo y una caña», dicho que seguramente tiene su origen en la recolección de higos y brevas desprendiéndolos de la higuera al golpearlos con una vara o caña larga, instrumento que también se utilizaba para recolectar aceitunas. Tanto en un caso como en otro hace falta tiempo y una caña para aprender a golpear adecuadamente las ramas del árbol y recoger la mayor cantidad de frutos sin dañarlos.

Evidentemente la frase también hace alusión al pescador que, armado de su caña, debe hacer acopio de paciencia para lograr capturar, antes o después, algún pez. (5)

Hay otros dichos muy conocidos en relación con la paciencia o, más bien, con lo que solemos denominar "aguantaderas". El primero es «Tener mucha correa» que se aplica al que es muy paciente y sufrido, capaz de soportar bromas y chanzas sin enfadarse

La frase alude a la correa del hábito de los monjes agustinos ya que no usaban el cordón o la soga de las demás órdenes religiosas. Los agustinos eran tan famosos como los benedictinos por su paciencia, heredada quizás de su labor de conservación, copia y traducción de antiquísimos libros que no habríamos conocido sin su abnegado y paciente trabajo. Debemos hacer constar que la frase original era "tener más correa que San Agustín". (6)

Otra expresión que proviene también del mundo religioso es «Tener más paciencia que el Santo Job», personaje de la Biblia a quien Dios sometió a durísimas pruebas para comprobar su paciencia. El dicho se aplica a la persona extremadamente paciente y resignada, incluso hasta límites excesivos. (7)

Algo similar a quien tiene que «Aguantar carros y carretas», obligado a soportar como puede todo tipo de contrariedades y a hacer frente a duros reproches y críticas. El dicho es un símil que nos hace imaginar a la persona que está atravesando ese trance como un animal de carga que tira estoicamente de un pesado carro o carreta cargado de dificultades, penalidades y desgracias difícilmente soportables. (8)

Terminaré con un dicho muy torrellano«Ni aun buscándolo con candil», que resalta la dificultad de encontrar algo a pesar de buscarlo detenidamente, con paciencia y suma atención

Expresión que suele atribuirse al comportamiento del filósofo griego Diógenes de Sinope, el Cínico (410-323 a.C.) de quien se dice que llevaba siempre, tanto de día como de noche, un candil encendido para tratar de encontrar un hombre verdaderamente honesto, para él el modelo perfecto de la especia humana. (9)

Aún debe de estar buscando...

Notas:

(1) (4) (8) (9) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.

(2) Eoi.es/blogs.

(3) Léxico.

(5) (6) (7)  Doval, G. Del hecho al dicho.

Imagen: El estante de la Razón.












Si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción; por San Antón, gallinica pon, reliento

Cuenta la tradición que un pintor estaba un día realizando el boceto de un cuadro cuando recibió la inoportuna visita de alguien que le preguntó qué se proponía pintar en el lienzo. El "artista", que ya debía ser conocido por su tosquedad y zafiedad tanto en lo personal como en lo artístico, respondió socarronamente: «Si sale con barbas, San Antón; si no, la Purísima Concepción». (1)

Algo parecido debió pensar la autora de la fallida restauración del Ecce Homo de Borja, dicho sea con todo cariño y respeto de quien con su voluntarioso pero malogrado trabajo convirtió una pintura mural de escaso valor artístico en un fenómeno mundial.

El caso es que la frase tuvo un éxito inmediato y pasó a utilizarse en el lenguaje popular para dar a entender que nos da igual el desenlace de algo ya que aceptaremos el resultado, sea el que sea.

Se aplica también cuando no tenemos confianza en la pericia del encargado de ejecutar una obra, incluso si somos nosotros mismos los que tenemos que hacerlo, por lo que admitimos que si acertamos será por casualidad y, si no, nos saldrá otra cosa que nada tendrá que ver con lo que nos proponemos. Lo que tampoco nos va a quitar el sueño. (2)

San Antón tiene cada 17 de enero su día más laborioso ya que los dueños de toda clase de animales y mascotas los llevan para que reciban la bendición del que se considera patrón de los animales. Una bendición con la que el santo les otorga salud y bienestar para todo un año.

Llamado "el de las barbas" para distinguirlo de San Antonio de Padua, es un santo muy querido en el mundo rural ya que, aunque ejerce su patronazgo sobre todos los animales lo hace de una manera especial con los cerdos y gallinas, base de la economía ganadera campesina.(3)

Actualmente las gallinas ponen todo el año pero antiguamente, durante los meses de invierno, fríos y oscuros, dejaban de poner huevos o lo hacían con menos frecuencia. Hacia mediados de enero o principios de febrero reanudaban su actividad ponedora que coincidía con el período en que empieza a haber más horas de luz, siendo ésta un factor clave para que las gallinas pongan huevos. Había también por ello un refrán, «Por San Antón, gallinica pon», que instaba a las "pitas" a que se esforzasen por ayudar  a reponer la despensa.

Es raro el pueblo cuya iglesia no tenga  una imagen que represente al santo con un cochinillo a los pies. En Torrellas el Pilar de San Antón, cuadrado y de ladrillo rojo, contiene una hornacina que alberga la imagen del santo. Antes de 1980 era redondo y muy grande. Por eso, cuando alguien del pueblo engorda se le dice "te estás poniendo como el Pilar de San Antón"

Los torrellanos acuden a este pilar con sus animales para que el santo los bendiga, dando tres vueltas alrededor del mismo y cantando:

        San Antón como era viejo, 

        le cortaron el pellejo, 

        y le hicieron un tambor,

        viva, viva San Antón,

        el que no mate tocino

        no comerá salchichón. (4)

Además de con la bendición de los animales San Antón se celebra encendiendo grandes hogueras en las calles de los pueblos por lo que también recibe el nombre de fiesta de las Luminarias. El fuego, desde tiempos remotos anteriores al cristianismo, se tuvo como elemento protector y purificadorLas Luminarias de San Antón cumplen pues esa misión protectora con los animales del campo, como las caballerías, esenciales para la subsistencia de los campesinos

Hasta finales de los 50 del pasado siglo existía en Torrellas la tradición -recuperada recientemente- de subir desde el soto del Queiles los "bardales" o zarzas con los que se prendía la hoguera de San Antón. Además se subían, tirados por machos, los troncos que habían de alimentarla.

Desde hace casi un siglo hay una familia que es la encargada de encender la hoguera de San Antón y que por esa razón ostenta el mote de "los Bardaleras", orgullosos de haber transmitido el encargo de generación en generación. (5)

El fuego de las hogueras se convierte, año tras año, en un lazo de unión entre los vecinos de todas las edades. A su alrededor comparten risas y cantos y, por supuesto, las carnes de la matanza que se asan en las brasas y algunos tragos de vino para combatir el «reliento», el frío de la noche.

San Antón también se celebra en las grandes ciudades, como Zaragoza, con la bendición de los animales y en muchos barrios de la misma se encienden hogueras con una gran participación popular.

Como en Torrero, mi barrio de toda la vida, aunque ahora no viva allí.

Notas:

(1) Montoto, L. Personajes, personas y personillas que corren por las tierras de ambas Castillas.

(2) Iribarren, J.M. El porqué de los dichos.

(3) Cervantes Virtual.

(4) Ayuntamiento de Torrellas. También puede decirse "morcillón" en lugar de "salchichón".

(5) Heraldo de Aragón.

Imagen 1: Agriturismomantova.

Imagen del Pilar de San Antón: Mercedes Aldana.




Acabar como el Rosario de la Aurora, llevar la cuenta, tener cuenta, parar cuentas, hacerse cuenta, echar cuentas, echa cuentas y te saldrán rosarios

Cuando decimos que algo va a «acabar como el Rosario de la Aurora» estamos vaticinando que una cuestión en la que las partes no están de acuerdo y están discutiendo, va a terminar muy mal, entre riñas y peleas.

Es una de esas frases hechas que todos hemos empleado alguna vez cuando hemos presentido que una reunión, una discusión o una relación iba a acabar de una forma desastrosa, en una trifulca.

Así se dice que acabó el Rosario de la Aurora, que se rezaba -y aún se sigue haciendo en bastantes lugares- al amanecer -de ahí llamarlo "de la aurora"- en procesión por la calle.

Existen, como vamos a ver,  varias versiones para explicar lo que ocurrió en aquel Rosario de la Aurora.

Unos dicen que la prohibición por parte de un alguacil de tales rezos por el escándalo que generaban en las calles produjo un enfrentamiento entre los cofrades, los vecinos y la fuerza pública que acabó en una auténtica batalla campal. (1)

Otros explican que la pelea se produjo entre la cofradía y unos cuantos camorristas pasados de copas que les insultaban y zarandeaban. Parece ser que eran muy frecuentes los encontronazos que se daban con cuadrillas de pendencieros por motivos políticos o religiosos. (2)

Los hay que dan una explicación divertida diciendo que un monaguillo de la procesión soltó una sonora ventosidad cuyo olor ofendió de tal manera al sacristán que éste la emprendió a puntapiés con el acólito acabando los que apoyaban al uno y al otro enzarzados en una tremenda pelea. (3)

Sin embargo, hay una teoría que parece que predomina sobre las demás. Se cuenta que, durante el rezo del rosario, dos cofradías enemistadas coincidieron en un paso estrecho. La negativa de ambas a cederle el paso a la otra desencadenó una gran pelea que dio como resultado varios heridos ya que se llegaron a emplear los faroles de ambas procesiones para golpearse. Se dice incluso que el cura que dirigía una de ellas falleció en el altercado. (4) Esta versión explicaría la razón de que a veces se diga "esto va a acabar como el Rosario de la Aurora... a farolazos".

Y aún hay más versiones ya que son muchos los pueblos que se siguen disputando los farolazos que dieron lugar a la expresión, aunque parece probable que ésta se originó en la localidad gaditana de Espera, (5) donde cuentan que el Rosario de la Aurora terminó de mala manera porque un buey que se había escapado deshizo la procesión dando lugar al pánico de la gente y corneó a una persona a la que ocasionó la muerte

El Rosario es un rezo tradicional católico que conmemora los "misterios" o acontecimientos de la vida de Jesucristo y de la Virgen María. Se suele utilizar una sarta de cuentas que recibe el mismo nombre para seguirlo de forma ordenada.

Del uso de este instrumento provienen algunas expresiones, muy utilizadas en Torrellas y en la Ribera de Navarra, que utilizamos sin conocer su origen. Las bolitas o cuentas del rosario sirven para  «llevar la cuenta» (6) de los padrenuestros o de las avemarías que se llevan o que faltan por rezar.

«Tener cuenta» (7) se utiliza con el significado de "tener cuidado" o "tener atención", y era una expresión que nos la decían mucho de pequeños: "ten cuenta de no mancharte la ropa nueva". Parecido sentido tiene «parar cuentas» (8) de "poner atención", "fijarse" o "tener cuidado" como en "para cuentas con lo que te dice, porque tiene razón".

«Hacerse uno cuenta» (9) de algo significa "pensar", "imaginar" o "dar por supuesto", como en  "si haces eso, hazte cuenta que me enfadaré".

«Echar cuentas» (10) indica "tener presente" o "contar" con algo. "Echa cuentas con que vendrán tus primos el domingo".

Y termino con mi favorita, «echa cuentas y te saldrán rosarios», (11) utilizada cuando por mucho que pienses que algo saldrá de una determinada manera, saldrá diferente.

Notas: 

(1) (2) Blogs 20minutos.

(3) Toluna.

(4) Origen de las expresiones.

(5)  e imagen: Blogdruta.

(6) (7) (8) (9) (10) (11) Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.












Esto es Jauja, dar duros a cuatro pesetas, no es oro todo lo que reluce, atar los perros con longaniza


Tras el Descubrimiento de América se produjo una verdadera corriente de alimentos y condimentos exóticos hacia el Viejo Mundo, entre los que se encontraban el tomate, el maíz, la patata, el pimiento, el pavo... y el chocolate, del que hablamos en la entrada anterior.

Pero además nuestra lengua se contagió de muchas expresiones y refranes con nombres geográficos referentes a la exploración de los territorios americanos. Es el caso de la expresión «Esto es Jauja».

Jauja es una ciudad de la zona central de Perú, fundada por Francisco Pizarro. Debido al entorno favorable donde se localiza, con bellos paisajes, clima suave, tierras fértiles y abundancia de metales preciosos los incas almacenaban allí gran cantidad de riquezas y de manjares.

De todo ello se aprovecharon los conquistadores españoles a quienes aquello les pareció un lugar idílico y paradisíaco donde no faltaba de nada y todo eran placeres y comodidades.

Además, el aire saludable de la región era muy beneficioso para tratar enfermedades como la tuberculosis, todo lo cual sirvió para que en España empezara a circular la leyenda en la que Jauja se idealizaba hasta el punto de creer que las calles de la ciudad estaban empedradas con piñones, de los árboles colgaban buñuelos y por los ríos fluía leche y miel. (1)

Éstas y otras exageraciones por el estilo se debieron en parte a la obra "La Tierra de Jauja" del dramaturgo Lope de Rueda  quien, animado por los relatos que contaban los conquistadores y echándole aún más imaginación, llegaba a afirmar que en Jauja hasta por dormir te pagaban dinero y que, si se insistía en trabajar, te fustigaban. (2)

La mezcla de las invenciones de Rueda y de los fantásticos relatos de quienes habían visitado la ciudad peruana hizo que empezara a popularizarse el dicho «Esto es Jauja» que se refiere a cuando nos encontramos ante una situación placentera en la que todo se nos regala sin ningún esfuerzo por nuestra parte, ya que todo son facilidades. (3)

Sin embargo, algunos autores apuntan que la leyenda de Jauja como si de un paraíso terrenal se tratase, se debió a una propaganda de estado para lograr atraer a nuevos colonos y soldados a la aventura americana. 

La razón se debe a que, tras el regreso de Colón de su primer viaje, comenzaron a extenderse los relatos de las penalidades que había que superar en la travesía: enfermedades, hambrunas e incomodidades que, al ser contadas por quienes las habían vivido, ocasionaron que fuera muy difícil reclutar marinos para el segundo viaje. (4)

Para neutralizar dichos relatos y con la idea de crear un reclamo para engatusar a la gente para que se embarcase, se divulgó en gran medida la fábula de Lope de Rueda sobre la falsa tierra prometida de Jauja.

Otras expresiones relacionadas con Jauja son "dar duros a cuatro pesetas", que se decía antes de que la moneda española cambiase al euro y que significa que nadie regala nada; o también "no es oro todo lo que reluce", que recomienda desconfiar de las apariencias ya que no todo lo que parece bueno lo es realmente.

Otro dicho que se emplea irónicamente a quien pondera demasiado las grandes bondades y beneficios de un lugar, de una acción o de una situación es "atar los perros con longaniza", que proviene de otra fábula.

Parece ser que a una fábrica de embutidos de un pueblo de Salamanca entró un día un perro que molestaba. Una de las empleadas tuvo la brillante idea de atarlo a la pata de una silla. Lo que hizo, para alegría del chucho, con una ristra de longaniza.

Quienes lo vieron lo interpretaron como símbolo de la opulencia con la que vivía el dueño de la fábrica, ya que se podía permitir tales dispendios. (5)

Y aquí terminamos por hoy, pues todos tenemos obligaciones que nadie nos va a resolver.

¿O es que pensabais que esto es Jauja?

Notas:

(1) ABC Historia.

(2) (4)  Blogodisea.

(3) IberHistoria.

(5) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.

Imagen: 10sohail.blogspot.com