Cuántas veces la abuela se paraba a mirarnos la cara y con aquella mirada suya, "fito fito", tan intensa y que tantas cosas transmitía parecía que nos escaneaba en busca de cualquier indicio que delatase si estábamos bien o mal. No eran nuestras palabras las que la convencían de una cosa o de la otra, sino lo que ella percibía con aquel sexto sentido que tenía para todo.
Tras escrutarnos solía mover la cabeza y emitir su diagnóstico que raras veces erraba, ya que se basaba en muchos años de observación de sus hijas, nuestras madres, y por supuesto de nosotros, sus nietos.
"Tener cara de acelga", es decir, constatar que nuestro rostro estaba pálido y flaco equivalía para ella a que debíamos comer más y cuidarnos, aunque a veces solo estaba descolorido debido al cansancio o por haber trasnochado. Pero su dictamen era inapelable hasta el momento en que ella consideraba que volvíamos a tener "buen color", síntoma indudable de buena salud.
Es curioso que la acelga, que personalmente me encanta y que tanto echamos de menos en casa cuando pasamos unos días de hotel, tenga tan mala prensa y se considere una verdura ordinaria, de poca categoría.
Más aún cuando los griegos, los romanos y los árabes la tenían en alta estima por sus muchas propiedades medicinales y terapéuticas. El caso es que en otros lugares de nuestro país "tener cara de acelga" significa además tener cara de enfado.(1)
Puede que se deba a que si no se consume pronto, enseguida languidece y se pone "pocha", perdiendo esplendor y combándose el tallo. Puede que sea porque se considera una verdura "aburrida" y propia de enfermos convalecientes o por su abundancia en el mercado y el precio asequible al que se vende.
Mucha gente, tanto en Torrellas como en otros lugares de Aragón y de Navarra, llama a las acelgas con el poco piadoso nombre de "mata frailes". La razón no está muy clara e incluso puede que la expresión original fuera "mata de frailes" debido a la facilidad con que crecen en cualquier lugar, motivo por el que son ubicuas en recintos conventuales.(2)
Mucha gente, tanto en Torrellas como en otros lugares de Aragón y de Navarra, llama a las acelgas con el poco piadoso nombre de "mata frailes". La razón no está muy clara e incluso puede que la expresión original fuera "mata de frailes" debido a la facilidad con que crecen en cualquier lugar, motivo por el que son ubicuas en recintos conventuales.(2)
Por la razón que sea la propia abuela consideraba a la acelga "despide huéspedes", quizás porque tenía en mente el refrán que dice "los huéspedes dan alegría y cuando se van más todavía" u otro parecido como "los huéspedes mucho gusto dan, pero cuando se van". (3)
Esto me trae recuerdos de cuando trabajaba en casa "del" Tomás y alguna de las visitas se hacía muy pesada. Cuando se hartaba, la abuela ponía la escoba cabeza arriba y detrás de la puerta en la creencia de que así se marcharían pronto o incluso podría evitarse alguna visita inoportuna. (4)
Doy fe de que muchas veces funcionaba.
(1) GastrHomia
(2) Francisco Abad. Las verduras aragonesas de Altamiras. Gastro, núm. 53.
(3) Centro Virtual Cervantes. Refranero multilingüe.
(4) Innatia. Significado ritual de las escobas.
Imagen de pixel1 en Pixabay
Pobres acelgas, qué mala reputación les ha tocado ,con lo buenas que las hacía la yaya y la mamá igualmente,apañadas con jamón y con patata.Por desgracia en casa no les gusta los matafrailes ni los despide huéspedes 😋
ResponderEliminarA mucha gente tampoco les gustan. Debe influir mucho esa mala fama que arrastran que es, a todas luces, infundada.
ResponderEliminar