Más visto que el TBO, de qué pié cojea, los inventos del TBO

Lo que en muchos países se suele denominar "comic" -y aquí desde hace unos años, también- fue durante mucho tiempo en España un tebeo, referido a cualquier revista infantil de historietas.

TBO fue el nombre de una revista de historietas española de periodicidad semanal que apareció en 1917 y se publicó —con interrupciones— hasta 1998. Tuvo una gran importancia en la historia del cómic español, hasta el punto de que del título de la revista surgió el término tebeo, como genérico para designar las publicaciones de historietas. (1)

El caricaturizado retrato de la familia Ulises, la fuerza sobrehumana de Josechu el Vasco, el orondo cazador blanco Eustaquio Morcillón y su miedoso ayudante negro Babalí, las disparatadas ocurrencias de Melitón Pérez o los famosos y divertidos Inventos del profesor Franz de Copenhague son algunas de las secciones que nos divirtieron durante el tiempo que duró su publicación. 

El TBO casi siempre ha llevado la etiqueta de cultivar un humor blanco, atemporal, sencillo e inocente, algo que tenía que ser así por la presión de la censura franquista, que siempre lo consideró una lectura para jóvenes. Pero en ocasiones también había historietas con cierta violencia y con algún atisbo de crítica social, pues también la leían los adultos.(2)

Su éxito estriba en que las aventuras y desventuras de sus personajes eran seguidas con interés por toda la familia y los diferentes números eran leídos, releídos y compartidos con los amigos.

Así que no es de extrañar que se tomara como referencia para una expresión relativa a algo ya visto o muy visto. (3) Por esa razón, decir que algo o alguien "está más visto que el tebeo" equivale a reconocer que ya es muy cotidiano, carente de novedad y muy poco original. Por extensión se refiere también a una persona a la que se tiene ya muy calada y se conoce perfectamente "de qué pie cojea", es decir sus vicios y defectos. La cojera aparece así como metáfora de vicio o defecto, inconveniente, carencia, falta, insuficiencia o anomalía. (4)

Ambas expresiones las hemos oído muchas veces en labios de la abuela o de nuestras madres.

Una de las secciones que más recordamos de la revista fue, sin lugar a dudas, "Los grandes inventos de TBO". En ella se parodiaban los extraordinarios avances científicos y tecnológicos que se estaban dando en otras latitudes -recordemos el famoso "que inventen ellos"- y se presentaban absurdos y sofisticados artefactos ideados para solucionar sencillos problemas cotidianos.

Eran inventos muy locos y estrambóticos pero su éxito radicaba en su diseño y en las complejas instrucciones del Profesor Franz  para realizarlos. 

Científico nativo de Copenhague -un origen simbólico que apuntaba a un país nórdico, más desarrollado que España- (5), de aspecto escandinavo o germánico, calvo y con grandes gafas redondas, viste siempre bata blanca, siempre serio y riguroso (6), nos legó Invenciones como la máquina para que los barbudos puedan tomar sopa, el aparato "espárracus" para hacer crecer a las personas, un esquí familiar, el coche "ampliable" e incluso un invento que ha llegado a ser desarrollado en nuestros días, como el aparcamiento en pisos de edificios.

Tanto éxito cosechó esta sección del TBO que, en el lenguaje popular, cuando se veía un invento o un cacharro raro se decía que “parecía un invento del TBO” y que se extendiese la expresión “inventos del TBO” para referirse a ideas estrafalarias o desproporcionadamente aparatosas en relación a aquello que se pretende resolver. (7)

Creo que no falto a la verdad diciendo que a todos nos han dicho alguna vez nuestras madres que alguno de nuestros proyectos científicos, tecnológicos o artísticos eran  "inventos del TBO", es decir, extraños y de dudosa utilidad por no decir absurdos y descabellados. 

Y es que una madre siempre es una madre.

Notas:

(1) (3) 1de3.
(2) El Periódico.
(4) Luis Rivero.
(5) Diario Crítico.
(6) (7) Humoristán.
Imagen: Ser o no ser.