Ya veremos, que decía un ciego; estar a dos velas; más mocos que el Abelardo; moquero; estar como el ciego en bodas; ponerse ciego

Puedo decir que la mayoría de las palabras y dichos torrellanos que recuerdo y que aparecen o aparecerán en este blog son, en mayor o menor medida, de mi agrado. Muchos, incluso, los utilizo en la vida diaria porque salen sin darme cuenta en cuanto la situación lo requiere.

Sin embargo hay algunos, de los que hoy hablaremos, que me resultan poco atractivos quizás porque los asocio inconscientemente con situaciones que fueron en su momento molestas y fastidiosas.

El primero de ellos, "ya veremos, que decía un ciego", era una frase llena de ironía que significaba que algo no se iba a hacer a pesar de lo que se hubiera prometido. Nos la decían cuando pedíamos algo para respondernos con evasivas, sin asegurar nada. (1)

No era un "no" rotundo pero se le parecía mucho ya que a la frase tradicional de "ya veremos..." con sentido de dejar una cosa para otro momento, se añadía el "...decía un ciego" que por definición se sabe que nunca va a ver. Así que ya sabíamos que lo que se iba a posponer en realidad nunca se haría. (2)

Este tipo de dichos es muy habitual en inglés pero no tanto en español. Son en realidad frases paradojicas que están formadas por tres partes. La primera es un refrán o un proverbio. En la segunda se identifica el hablanteLa tercera pone en contexto la situación, dando como resultado un comentario irónico que dota a la expresión de humorUno de los más utilizados en castellano es «Algo es algo, dijo un calvo, al encontrarse un peine sin púas».

En nuestro caso sería «ya veremos, que decía un ciego, y no vio nunca» que es como suele completarse en realidad el dicho. (3) 

Otro que no me gustaba mucho era "estar a dos velas" por lo que significaba: sufrir carencia o escasez de dinero. Lo que venía a ser cierto casi siempre pues la "propina" que nos entregaban no daba para muchas alegrías y pronto nos quedábamos sin recursos.

Hay diversas interpretaciones sobre el origen de este dicho. Algunos autores afirman que,en las iglesias, después de terminadas las funciones religiosas, se apagan todas las luces menos dos que quedan delante del sagrario, y como estas alumbran poco para el espacio tan grande que deben iluminar, puede decirse que quedan tristes y, por decirlo así, "pobres". Por lo tanto, se compara con el ánimo del individuo que no tiene dinero.


Otros aseguran que alude al juego y al hecho de que antiguamente, en las timbas y partidas de naipes clandestinas, el banquero solía actuar entre dos velas. En este supuesto dejar al banquero a dos velas o quedarse a dos velas equivaldría a dejarle al banquero (o quedarse uno) sin un cuarto. (4)


Hay también quienes consideran ambas interpretaciones poco convincentes y opinan, como en mi caso, que la explicación es mucho más sencilla


Recordemos el gesto de pasarse los dedos por el exterior de la nariz haciendo alusión a lo que el DRAE define, como acepción de “vela”, «mocos que cuelgan de la nariz -como churretones de cera de una vela- especialmente tratándose de los niños»; y a nadie se le oculta que hay pocas imágenes tan definitorias de la pobreza y la miseria como la de un niño sucio, desharrapado y mocoso.   (5) 


Aún me viene a la mente la imagen repulsiva de algún chaval limpiándose las dos velas de mocos colgando con la manga del jersey o de la camisa en un típico movimiento de atrás para delante. Alguno le diría: "llevas más mocos que el Abelardo", que debía de ser alguien con infección respiratoria crónica de vías altas y que no salía nunca de casa sin el "moquero", el pañuelo de bolsillo para los mocos.


Unido al dicho de "estar a dos velas" nos decían otro con el mismo significado. "Estar como el ciego en bodas" era también otra forma de decir que te habías quedado sin dinero o más bien, "sin perras", como decíamos entonces en aquellos tiempos en los que el euro, ni estaba, ni se le esperaba.


Por mucho que he investigado no he logrado hallar una explicación para este dicho. Podría quizás tener su origen allá en el siglo XVI, época que tan bien retrata el Lazarillo de Tormes. España era un imperio mundial pero dentro del país la situación social era muy difícil ya que las clases bajas tenían que hacer frente a unos impuestos desorbitados de los que estaban exentos los nobles y los clérigos que además no trabajaban.


En ese contexto de pobreza y de dificultades para sobrevivir cada día se moverían los invidentes ganándose la vida como narradores de historias y sucesos que, de pueblo en pueblo, transmitían a los ciudadanos. O recurriendo a la mendicidad para subsistir.

Unas bodas serían el escenario propicio para que aquellos ciegos, atraídos por la abundancia de manjares típica de dichas ocasiones, intentaran obtener alguna dádiva  que aliviara un tanto su miserable existencia.

No es extraño que tuvieran que ser astutos, pícaros y tramposos, rodeados por quienes se estarían "poniendo ciegos", (6) hartándose de comida y de bebida.


NOTAS: 
(1) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.
(2) Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.
(3) Medium. En Torrellas hay un dicho similar pero en versión abreviada,"algo es algo, y comía hielo", del que hablaremos en su momento.
(4) Iribarren, J.M. El porque de los dichos.
(5) Doval, G. Del hecho al dicho.
(6) Frases españolas. La frase no es de Torrellas sino que pertenece a una jerga moderna
que se explica muy bien en el enlace.
Imagen: Fraseomanía.




2 comentarios:

  1. Menudo repertorio y todas ellas no significan nada bueno🤔

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  2. Hombre, ponerse ciego de algo que te gusta mucho tampoco está tan mal...😁😁

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