Como si me hubiera dejao una riada, como si me hubieran dado una paliza, ¡cómo no se lo llevará un aguaducho!

Miles de hectáreas de cultivo anegadas, carreteras y líneas de ferrocarril destrozadas, multitud de animales ahogados o muertos de hambre al no poder ser alimentados, ahogamientos de muchas personas que se ven sorprendidas en granjas aisladas... son algunas de las consecuencias de las inundaciones producidas por una riada

Y no acaba ahí la cosa ya que, después de que el río salga de su cauce y pase la inundación, viene la inmensa tarea de limpieza, de las tierras, ramas, piedras y restos de suciedad que éste ha dejado más allá de sus orillas y que forman un paisaje dantesco.

Esta introducción me parece necesaria para visualizar el significado de un dicho de Torrellas utilizado cuando uno se encuentra exhausto tras una jornada agotadora, después de sufrir una enfermedad o tras haber pasado por una situación que ha requerido de toda su fuerza, su voluntad y su energía para llevarla a cabo. 

Se dice entonces que «parece que me ha dejado una riada» ya que tiene uno la sensación de haber sido vapuleado, machacado, molido... sin ganas más que de estar echado y de que no le molesten. Otro dicho similar y muy gráfico es «parece que me han dado una paliza» ya que se tiene la sensación de que te duele todo y de que tu cuerpo no responde.

A la crecida de un río se le llama en Torrellas «aguaducho» y la misma terminación de la palabra, un aumentativo despectivo, da idea de su significado. Y eso que proviene del latín aquaeductus=acueducto. (1) La abuela decía en muchas ocasiones «¡cómo no se lo llevará un aguaducho!» con lo que le deseaba a la persona blanco de su iras que se lo llevara una riada y apareciera en la desembocadura del río por lo menos.

Hablando de riadas, es bueno recordar las grandes inundaciones del Ebro en la Zaragoza de los siglos anteriores: 1643, 1775, 1871 y 1961. En esta última, considerada la riada del siglo,  yo era muy pequeño y no la recuerdo. Se empezó a manifestar en la Nochevieja de 1960 y se prolongó sin apenas descender la inundación hasta el 7 de enero.

Los barrios de la margen izquierda, Arrabal, Ortilla, Ranillas y Jesús, aún poco desarrollados, tuvieron que ser evacuados. En la margen derecha las aguas llegaron hasta la Industrial Química de Zaragoza, una fábrica ya desaparecida que se encontraba en el corazón del actual barrio de La Almozara.

Se tuvieron que realizar muchos rescates con los barqueros del Ebro, el Regimiento de Pontoneros, los bomberos y los helicópteros de la base americana, que se acababa de instalar. Las personas afectadas tuvieron que alojarse en casas y albergues y más adelante debieron de recibir ayudas para la reconstrucción de sus casas. (2)

En fin, un poco de historia para ilustrar estos dichos torrellanos y para desear que no tengamos nunca la mala suerte de que se nos lleve un aguaducho.


Notas:
Imagen: De Zaragoza al Zierzo. La riada de 1643 arrasó los dos pilares centrales del Puente de Piedra, tal y como lo pintó dos años después Juan Bautista Martínez del Mazo.









2 comentarios:

  1. Tremendo tuvo que ser el aguaducho del 61,no sabía que fuese tan grande y que durase tantos días.👌

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  2. 👍 A raiz de esa crecida tan grande debieron de construir el muro del Actur para proteger el barrio en posteriores desbordamientos.

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