Otro ejemplo de frase hecha que incluye un topónimo, en este caso el de la capital de nuestro país.
Se trata de una fórmula de despedida "castiza y algo achulada que se relaciona con cierto personaje o personajillo que alardeaba de importancia, convencido como estaba de que su ausencia iba a ser masivamente lamentada". (1)
Según un chiste popular, la frase «¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente!» fue pronunciada orgullosamente por un zapatero remendón -otras versiones hablan de un trapero- al abandonar la capital porque no le había ido bien su negocio, convencido de que lo iban a echar mucho de menos.
La frase pasó a ser empleada, ya desde principios del siglo pasado, sobre todo en Madrid cuando se despedía a alguien cuya presencia no era estimada porque su persona carecía de importancia y, sobre todo, si ésta presumía de lo contrario. (2)
También se aplica, por extensión, cuando se rompe algo o se causa un estropicio que no tiene remedio, sobre todo en cacharros u objetos sin importancia, para expresar la contrariedad que tales incidentes suponen ya que echan por tierra lo que se esté haciendo o esperando. (3)
Pero de quien se dice que empleó con razón esta frase fue de un torero con fama de valiente del siglo XIX, Antonio Sánchez, "El Tato".
El cuarto toro de la corrida del 7 de junio de 1869 en Madrid corneó al diestro en la pierna al entrar a matar. A pesar de varias intervenciones, la pierna se le gangrenó días después por lo que fue preciso amputársela. La operación se realizó en su domicilio y se asegura que no permitió que le anestesiaran y que soportó la intervención fumándose un habano.
La prensa relataba al día siguiente que, al serle amputada la pierna, exclamó con tristeza el célebre "¡Adiós, Madrid!", expresando el dolor y la pena que le causaba el acabar así su carrera de torero.
La admiración que por entonces se tenía a los toreros hizo que la pierna amputada se conservase en alcohol y fuera exhibida durante años en una botica.
Dos años después "El Tato" intentó volver a torear con una pierna ortopédica pero hubo de desistir al darse cuenta de que no podía hacerlo al estar tan mermado de facultades.
Terminó sus días como repartidor de carnes del matadero de Sevilla lamentándose de su mísera situación. Se dice que hubiera deseado que el toro "lo hubiese dejado" en la plaza ya que así, al menos, hubiera muerto con gloria.
Ídolo en su día de los aficionados taurinos, murió pobre y olvidado de todos. (4)
Y ésta es la historia, triste, del dicho "¡Adiós, Madrid!".
Notas:
(2) Iribarren, J.M. El porqué de los dichos.
(3) Doval, G. Del hecho al dicho.
(4) ABC.
Menuda historia la del Tato,ylo peor que tuvieran la pierna guardada para enseñarla,triste el final que tuvo el pobre hombre,y triste también la expresión 🤔
ResponderEliminarIba mucha gente a verla como si fuera una reliquia.Fue una especia de campaña de marketing de lo más macabra. Lamentablemente un incendio redujo a cenizas la farmacia (que estaba situada en lo que hoy es el Edificio Telefónica de la Gran Vía) y, por supuesto, la pierna, llevando a la ruina al pobre boticario.
ResponderEliminarCuriosa historia. Por estos lares creo que no se utiliza como tal, aunque sí usamos la más simple ¡Adiós!, expresando contrariedad por algo no demasiado grave. No sé si el origen será el mismo, ya que la propia palabra ya tiene ese significado de despedida. Saludos😏
ResponderEliminarEs muy posible que provenga de la misma expresión y se haga así por buscar la brevedad. En el habla, como en tantas cosas, siempre intentamos aplicar la ley del mínimo esfuerzo. ¡Gracias, Ramón!
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