Basadas en la experiencia y el sentido común, muchas frases hechas como la que vamos a ver intentan hacernos una advertencia o darnos un consejo.
Usamos la expresión «dar o vender gato por liebre» cuando se realiza un engaño de manera premeditada y con total intención de dar o vender un artículo o prestar un servicio diferente -evidentemente, con menos calidad- del que en un principio se había acordado. En otras palabras, se trataría de un fraude deliberado. (1)
El dicho "dar gato por liebre" tiene su origen en la gastronomía y se remonta,al menos, a los siglos XVI y XVII, período que conocemos como el Siglo de Oro por ser una etapa gloriosa en nuestra literatura.
En aquella época las posadas y hospederías eran muy utilizadas pero no gozaban precisamente de muy buena fama sobre todo referente a las viandas que en ellas se dispensaban.
Eran muy populares una especie de empanadillas rellenas de carne de liebre. A los venteros se les atribuía muchas prácticas fraudulentas, siendo la más extendida la que les acusaba de dar carne de gato a quienes pedían liebre debido a la gran similitud que presentan ambos animales una vez se han desollado.
No era el único fraude que cometían. Escritos de la época documentan que tampoco era raro echar un asno en adobo y venderlo como ternera. Otro método poco honrado era servir platos cuyo contenido no se podía discernir con claridad. No era posible que los comensales distinguieran si se trataba de conejo, liebre, cabrito o... gato ya que lo que comían estaba bañado en una espesa salsa cargada de pimienta, ajo, perejil y vinagre.
Tanto se generalizó el clima de desconfianza y de sospecha hacia los propietarios de las hospederías que llegó a hacerse habitual que los clientes pronunciaran una especie de conjuro o exorcismo antes de sentarse a comer.
Puestos en pie alrededor de la mesa recitaban la frase:
«Si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta del plato». (2)
Ni los escritos de Cervantes o de Quevedo, ni los de otros literatos de la época refieren que la comida se escapara de la mesa en alguna ocasión. Y los comensales, aunque desconfiaran, terminaban comiéndose lo que el ventero quería.
Pero una gran mayoría aluden sarcásticamente a aquella práctica tan común que pronto abarcó un significado más allá del engaño culinario (3) ya que hoy se refiere a engañar a una persona haciendo pasar una cosa por otra mejor.
Ignoro -rumores aparte- si alguna estafa similar sigue siendo habitual en la hostelería moderna.
Notas:
(1) Aulafácil.
(2) Guía Gastronomika.
(3) Estandarte.
Imagen: OEPM.
El dicho "dar gato por liebre" tiene su origen en la gastronomía y se remonta,al menos, a los siglos XVI y XVII, período que conocemos como el Siglo de Oro por ser una etapa gloriosa en nuestra literatura.
En aquella época las posadas y hospederías eran muy utilizadas pero no gozaban precisamente de muy buena fama sobre todo referente a las viandas que en ellas se dispensaban.
Eran muy populares una especie de empanadillas rellenas de carne de liebre. A los venteros se les atribuía muchas prácticas fraudulentas, siendo la más extendida la que les acusaba de dar carne de gato a quienes pedían liebre debido a la gran similitud que presentan ambos animales una vez se han desollado.
No era el único fraude que cometían. Escritos de la época documentan que tampoco era raro echar un asno en adobo y venderlo como ternera. Otro método poco honrado era servir platos cuyo contenido no se podía discernir con claridad. No era posible que los comensales distinguieran si se trataba de conejo, liebre, cabrito o... gato ya que lo que comían estaba bañado en una espesa salsa cargada de pimienta, ajo, perejil y vinagre.
Tanto se generalizó el clima de desconfianza y de sospecha hacia los propietarios de las hospederías que llegó a hacerse habitual que los clientes pronunciaran una especie de conjuro o exorcismo antes de sentarse a comer.
Puestos en pie alrededor de la mesa recitaban la frase:
«Si eres cabrito, mantente frito; si eres gato, salta del plato». (2)
Ni los escritos de Cervantes o de Quevedo, ni los de otros literatos de la época refieren que la comida se escapara de la mesa en alguna ocasión. Y los comensales, aunque desconfiaran, terminaban comiéndose lo que el ventero quería.
Pero una gran mayoría aluden sarcásticamente a aquella práctica tan común que pronto abarcó un significado más allá del engaño culinario (3) ya que hoy se refiere a engañar a una persona haciendo pasar una cosa por otra mejor.
Ignoro -rumores aparte- si alguna estafa similar sigue siendo habitual en la hostelería moderna.
Notas:
(1) Aulafácil.
(2) Guía Gastronomika.
(3) Estandarte.
Imagen: OEPM.
Hay un western en el cual el malo se capilla a un fulano de un disparo y cuando le preguntan por la causa la explica de esta manera "llevaba tirantes y cinturón,que se puede esperar de un tipo que no se fía ni de sus propios pantalones "aunque no estamos en el siglo de oro y las ventas han mejorado mi consejo es que cuando podáis conejo al ajillo o a la brasa a llevar tirantes y cinturón y exigir la cabeza del finado para asegurar lo que coméis.
ResponderEliminarTomo nota del conjuro,y lo tendremos en cuenta por si acaso nos quieren meter gato por liebre🧐
ResponderEliminarBuen consejo, Severino...😹😹
ResponderEliminarMimi, por probar que no quede. Nunca se sabe. 😺😺
ResponderEliminarBueno, pues yo creo que hoy en día lo ofrecerte viandas de menor calidad a precio de primera es algo de lo más habitual. Me da que mucho más que en el siglo de oro, por la inmensa variedad de productos que existen a nuestra disposición. Y no solo en el sector culinario. La falsificación se ha convertido en una de las grandes industrias propiciadas por esta sociedad de consumo en que nos ha tocado vivir. En fin.
ResponderEliminarMuy acertado, Ramón. Completamente de acuerdo contigo. Esa reacción es la que buscaba yo con la última frase de la entrada. Gracias por comentar.
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