De noche todos los gatos son pardos

Imaginemos que a través de nuestra ventana podemos ver un tejado por el que deambulan a su gusto los gatos de la vecindad. Como es de día podemos distinguir perfectamente sus colores: los hay blancos y negros, rubios y grises...y algunos de mezcladas tonalidades

Cuando cae la noche seguimos viendo a esos mismos gatos, pero solamente sus siluetas o las sombras que proyectan. Ya no podemos distinguir sus colores porque todo se vuelve más confuso, menos nítido o como dice el refrán...«De noche todos los gatos son pardos».

"Pardo" es otra forma de llamar al marrón, color que en la oscuridad de la noche es prácticamente indistinguible del negro. Nuestros ojos no están especializados en visión nocturna; para ver, necesitamos luz. En ausencia de luz se nos escapan las cualidades estéticas de lo que vemos y terminamos viendo todo en una escala de grises.

Esa es la razón de que se acuñase el dicho al que aludimos, ya utilizado en el Quijote, para referirse a que en la oscuridad es fácil no ver los defectos de las cosas o de las personas y a que éstas pueden esconder lo que están haciendo o disimularlo ya que no se ve con claridad. (1)

La oscuridad de la noche hace más fácil esconder las tachas de lo que se nos vende o se nos ofrece y es más difícil distinguir a quienes van con malas intenciones de los que vienen con buenos propósitos. (2)

Según la mayoría de los estudiosos, la mención a los gatos no se refiere concretamente a los felinos sino a los madrileños, que son conocidos con dicho apelativo desde que en 1083 el rey castellano Alfonso VI conquistase Magerit (nombre musulmán de la actual Madrid) gracias a la agilidad y destreza de un soldado que trepó por la muralla como si fuera un gato. (3)

Hoy es una gran capital pero, hace siglos, la iluminación de la gran aldea que era entonces Madrid era muy escasa por lo que dicha precariedad hacía difícil distinguir a un poblador de otro. Cuando la ciudad asumió la capitalidad del Reino, convirtiéndose en Villa y Corte, la situación empeoró porque eran muy numerosos los rufianes y malhechores nocturnos que campaban por sus respetos. (4)

Tanto es así, que se editaron guías para los forasteros en las que se explicaban los engaños y estafas más frecuentes en la ciudad y recomendando no salir a la calle cuando fuera de noche por el peligro de sufrir un asalto pues era muy difícil distinguir la catadura de quienes podía uno encontrarse.  Es decir, no se podía distinguir a un "gato" de otro. (5)

Hay quienes afirman que el apelativo de "gatos" les viene a los madrileños por lo que les gusta salir de noche. A mi no me convence mucho ya que es una actividad que gusta en cualquier lugar de España por lo que a todos tendrían que mentarnos con el nombre de esos ágiles felinos.

Por ello no es infrecuente que, al despertar con un ligue de la noche anterior, se descubra con desilusión que no es exactamente como se recordaba. Y es que el alcohol y la ausencia de luz suelen favorecer a quien de natural no es tan favorecido físicamente

No es casualidad que discotecas, pubs y otros antros suelan ser lugares más bien poco iluminados, pues la oscuridad es aliada de las imperfecciones haciendo bueno el dicho de que "de noche todos los gatos son pardos". (6)

Notas:
(1) Diccionario Actual.
(2) (4)  Blogs20minutos.
(3) Ediciones La Librería.
(5) Calles, J. y Bermejo, B. Expresiones y dichos populares.
(6) Soitu.
Imagen. Los guerreros del running.






2 comentarios:

  1. Vaya con los gatos, qué cantidad de historias se les asocian.Lo de que a los madrileños se les diga gatos lo desconocía.

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  2. Puede que solo los burros sean más abundantes que los gatos en el refranero 😀. En cuanto al apelativo de "gatos" dado a los madrileños hay otra leyenda sobre su origen, menos heróica. Se dice que en época cristiana había que pagar un peaje para entrar por alguna de las puertas de Madrid. Como no todos podían o querían pagarlo, lo eludían escalanda por las puertas como si fueran gatos.

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