Caerse los anillos, no estar el horno para bollos, masada, pan negro, resobadas, turradas, culecas, cañadas, rosquillas huecas

Nunca seremos plenamente conscientes de las muchas labores y tareas que tuvo que realizar la abuela para sacar adelante a sus hijas, nuestras madres, en aquella época de hambre y miseria de la posguerra en las que afortunadamente no llegaron a caer, gracias a su esfuerzo y a su desvelo.

Tareas por las que nunca «Se le cayeron los anillos», como coloquialmente nos referimos a quienes no se sienten rebajados ni humillados por realizar algo que se podría considerar indigno de su categoría, su clase o su situación. (1)

No estaba precisamente «El horno para bollos», como para andarse con reparos o ser escrupuloso. Los bollos a los que alude  esta expresión son esos panecillos dulces elaborados a base de harina y azúcar y que, al ser horneados solo en ocasiones especiales, requerían para su perfecta cocción que el horno estuviera a una temperatura específica ya que , en caso contrario, no se podía garantizar el éxito en su elaboración. (2)

De ahí que que con la expresión "no estar el horno para bollos" se le indique a alguien que es mejor esperar otro momento para hacer o pedir algo porque la situación no es oportuna. (3)

Una de las tareas para la que más requerían a la abuela era para que acudiera a las casas de otras familias para hacer la «Masada», o cantidad de masa que se hace de una vez que sirve igual para referirse al cemento que utilizan los albañiles en la construcción que, como es el caso, para amasar la harina que se llevaba al horno para hacer pan.

Trabajo más intenso de lo que pensamos, pues además tenía que llevar la masada al horno en una tabla que transportaba sobre la cabeza y traer de nuevo las barras u hogazas, una vez horneadas, a las casas que se lo habían encargado. Para poder reconocerlas se habían hecho previamente en las masas de panes o tortas diferentes marcas que todo el mundo conocía.

La abuela era retribuida en especie, con panes, tortas o madalenas que nunca faltaron, por ello, en su mesa.

En aquellos tiempos tan duros de escasez, el único pan que se podía permitir la mayoría de la gente, por ser el más barato, era el llamado «Pan negro», llamado así por su color oscuro porque se hacía con harina sin refinar y con parte de las pieles de la semilla del trigo -el salvado- que hoy es tan valorado.

Se repartía con las Cartillas de Racionamiento (vigentes hasta 1953). "Pan de pobres" entonces, hoy se considera saludable y es uno de los más apreciados por los gourmets. 

Había quienes, en Torrellas, le daban a la abuela pan blanco, el pan de los ricos, a cambio del pan negro que conseguía en el racionamiento. Parece que a algunas personas les gustaba más aquel pan oscuro, denso, duro y difícil de tragar porque para hacerlo se utilizaba todo lo que salía del molino, incluida la paja de la espiga y, a veces, algunas piedrecitas que se colaban. En muchas ocasiones se incorporaban harinas de otros cereales poco apreciados e incluso se creía que en ocasiones se añadía serrín para sacar un mayor rendimiento económico.

Nada que ver con los panes integrales de hoy aunque algunos piensan que están sobrevalorados en detrimento del denostado pan blanco. (4)

Llegados a este punto no está de más recordar algunas de las especialidades torrellanas en cuanto al pan se refiere. Como las «Resobadas», barras de pan con aceite y azúcar por encima; las maravillosas «Turradas» o tostadas de pan con ajo y aceite o las «Culecas», bollos de pan dulce con un huevo duro dentro. O mis preferidas, las «Cañadas» o panes con aceite alargados y planos en cuya superficie se dibuja un retículo.

Sin olvidar las sabrosas madalenas y aquellas exquisitas «Rosquillas huecas» que se hacían antaño.

Puede que aún, como yo, podáis evocar aquellos sabores de la niñez y el aroma a pan recién hecho que emanaba de aquel horno de Torrellas que un día, como tantas otras cosas, desapareció.


Notas:

(1) Español Avanzado.

(2) Blogs 20minutos.

(3) Diccionario Actual.

(4) La Vanguardia.

Imagen: Pon Aragón en tu mesa.








Mendrugo, llevar una torrija, espanao, zampabollos, a torta limpia, no tener ni media torta, no ver ni torta

A pesar de lo bueno que es el pan a veces éste se utiliza en alguna de sus formas para ofender. Es el caso del vocablo «Mendrugo» o pedazo de pan duro que se desecha o se da de limosna al mendigo que ya en el siglo XIV originó un insulto para aludir a alguien tosco y de pocos alcances. (1) Seguramente son esas características de dureza e inutilidad las que llevan a pensar en la rudeza y escasa inteligencia de quien así es injuriado. (2)

Si el mendrugo se desprecia, a la deliciosa «Torrija», rebanada de pan mojada en leche o vino pasada por huevo y frita y a la que se espolvorea con azúcar y canela, se le da coloquialmente el significado de "borrachera".

La antigua costumbre de consumir este típico dulce de Semana Santa junto con un vaso de vino sería el origen del dicho para algunos autores. Comerse varias torrijas  implicaba beberse otros tantos vasos de vino por lo que no era difícil salir del bar en cierto estado de ebriedad que hacía decir de quien lo padecía "¡Vaya torrija llevas!", pasando a ser torrija el equivalente de borrachera. (3)

Otras teorías identifican "tener o llevar una torrija" con el estado de confusión mental ocasionado por la difícil y pesada digestión de este dulce lo que haría que se llegue a esa condición de atontamiento y poca agilidad mental que lleva aparejada esta expresión que algunos comparan con "tener o llevar una empanada", (4) algo que también, dicho sea de paso, se hace con pan.

Diferente a estar "Empanao" es estar o ser un «Espanao» carente o falto de pan. Se dice de alguien miserable, depauperado y famélico, es decir, muerto de hambre. La partícula negativa /des-/ que en el habla aragonesa y en tierras riojanas y navarras se sustituye por /es-/ más un derivado de pan aludiría a la situación de miseria en que estos desgraciados se hallan. (5)

Todo lo contrario del «Zampabollos» que se dice coloquialmente de la persona glotona que come en exceso, con gula, y que más que comer engulle sin mesura de forma rápida y llenándose los carrillos. Come con ansia cualquier cosa y no solo los panecillos dulces elaborados a base de harina y azúcar que aparecen en el apelativo.

Apelativo que también se le da a quien se considera simple, necio, atontado o memo. (6)

Además del mendrugo, de la torrija y del bollo, no podemos dejar de referirnos a la "Torta" que, además de referirse a la masa redonda y plana de harina y de otros variados ingredientes que se fríe o se cuece al horno, se utiliza de forma coloquial como sinónimo de golpe dado con la palma de la mano en especial en la cara. Golpe que, por supuesto, aumenta en intensidad si nos referimos al mismo como un «Tortazo».

Por extensión también decimos «Darse una torta» refiriéndonos a un golpe, caída o colisión violentos como la que se da un coche contra un árbol, por ejemplo. Y de ahí a «Darse de tortas», «Liarse a tortas» «Terminar a torta limpia» como sinónimos de "pelearse" no hay más que un paso.

El paso que no da quien despectivamente considera que su oponente es tan débil que no tiene «Ni media torta» por lo que, por lo general, se abstiene de dársela.

Y aquí lo dejo porque se ha hecho de noche y ya «No veo ni torta».


Notas:

(1) (5) Celdrán, P. El Gran Libro de los Insultos.

(2) (4) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.

(3) Blogs 20minutos.

(6) Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.

Imagen de ValverdeRedactor en Pixabay 












Panero; ponerse bueno de remojones y caldo; Santa Marta, quien quiera pan que se parta; repizcón; tostón; no solo de pan vive el hombre; cuidado con las manos, que luego van al pan

De quienes son muy aficionados a comer todas las comidas con pan se dice que son muy «Paneros» (1) porque les gusta mucho untar el pan en la salsa. Hay quienes lo comerían hasta con la fruta.

Todos conocemos a alguna de estas personas a las que les encantan los «Remojones» o trozos de pan remojados (2) en la salsa, en el caldo o en el aliño de las ensaladas. Y también el dicho de la abuela y de nuestras madres«Ponerse bueno de remojones y caldo» dicho de quien ha comido mucho y con gran satisfacción.

También está quien, una vez en la mesa, se sirve él y no se preocupa de los demás en cuyo caso se suele decir como recriminación pero en plan de broma «Santa Marta, quien quiera pan que se parta» sirviendo la presencia de la santa solo para la rima. (3) Y quien parte y se come el pan  «A repizcones» (4) cogiendo pellizcos y tirando de él hasta que se suelta.

Gusta tanto el pan que hasta acompañamos algunas comidas, como el puré, con «Tostones» o trozos de pan frito o  tostado. Los "tostones" suelen ser de difícil y pesada digestión por lo que «Dar el tostón» (5) se aplica en el campo de las relaciones humanas a quien es pesado y repetitivo. Lo que metafóricamente hablando equivaldría a ser difícil de digerir o de tragar o como decía muy expresivamente la abuela, de «Estomagar». Con razón se dice que la persona o cosa aburrida, cansada, molesta o soporífera es un «Tostón». (6)

Sin embargo, «No solo de pan vive el hombre», frase que va más allá de buscar la variedad en los asuntos gastronómicos puesto que nos recuerda que el ser humano necesita para vivir, además de alimentarse y de poseer bienes materiales, cubrir sus aspiraciones espirituales

La frase aparece en el Evangelio (Mateo 4:3-4) cuando Jesús, tras cuarenta días y noches de ayuno en el desierto, es tentado por el diablo que le pide, entre otras cosas, que convierta unas piedras en pan como demostración de que es el hijo de Dios. (7)

El uso popular ha vaciado de su significado original esta sentencia religiosa con la que actualmente se quiere decir que el hombre no solo necesita comer sino también satisfacer sus necesidades sexuales. (8)

Relacionada con ella tenemos la expresión, actualmente en desuso, «Cuidado con las manos, que luego van al pan» dicha para indicar que no se debe tocar algo, especialmente lo sucio. Solía utilizarse en referencia a los órganos sexuales, considerados lo "sucio" o lo "pecaminoso", incompatible con el pan, lo "puro". (9)

La consideración del pan como alimento especialmente sagrado, como un don divino que había que honrar como tal, exigía cuando yo era un crío que no se podía profanar so pena de concitar el castigo de Dios.

Puede que algunos, los más mayores, recordéis como yo algunas supersticiones como que el pan no se podía tirar ya que aquello constituía casi un sacrilegio que podía desencadenar toda clase de desdichas sobre quien cometía tal acto de irreverencia

Además, si por algún azar el pan se nos caía al suelo era preciso recogerlo con presteza y darle un beso en señal de desagravio antes de devolverlo a la mesa. No en vano el pan en forma de eucaristía goza del máximo significado en la religión cristiana. (10)

Hoy, de todos los alimentos que tiramos a la basura, el pan ocupa el primer lugar. Y a nadie se le ocurriría, si se cae al suelo, besarlo y volverlo a comer.

El temor a las bacterias supera al de un posible castigo divino.


Notas:

(1) (2) (3) (4) (6) Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.

(5) (9) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.

(7) Universidad Isabel I.

(8) Significado y origen.

(10) Tubal.

Imagen de Philippe Ramakers en Pixabay 





Hacer buenas migas, esmigajar, revenido, migas de pastor, huevos al tarantantán, a buen hambre no hay pan duro

Como prometimos, hoy hablaremos sobre todo de la "miga" del pan, palabra que procede del latín "mica" que "designaba a cualquier partícula, miguita o granito pequeño de algo. Aplicado al pan y ya en la lengua romance castellana, como la parte que más habitualmente se desmenuza o desmiga es la parte blanda interior, también acabó designando a esa parte blanda y esponjosa del pan fermentado interior a la corteza". (1)

Las acepciones más sabrosas de la palabra "migas", en plural, tienen que ver con algunos de los más ricos y apetitosos platos de nuestra cultura, los cuales no dejan de ser sino una consecuencia lógica del endurecimiento que sufre el pan con el paso de los días.

Para realizarlos hay que «Esmigajar» (2) o hacer migajas el pan duro, cuidando, eso sí, que no esté «Revenido» palabra que indica que un alimento está fermentando y por lo tanto estropeándose. Si el pan está revenido suele estar reblandecido, correoso y ha perdido su cualidad de quebrarse. (3)

Una vez "esmigajao" el pan se procede a la preparación de las famosas «Migas de pastor» llamadas así ya que su origen, seguramente tan antiguo como el propio pan, proviene de la comida que los pastores trashumantes preparaban para afrontar las duras labores de su oficio.

Después de humedecer las migas y dejarlas tapadas con un paño en un barreño de barro durante varias horas se fríen en grandes sartenes de hierro con aceite -antiguamente era con sebo, como parece lógico tratándose de pastores- añadiendo tocino curado, jamón o chorizo -depende de lo que se quiera o se tenga- junto con una dosis mayor o menor de ajo y opcionalmente pimentón, que les da color pero hay a quien no le gusta.

De "hacer las migas" provendría la expresión «Hacer buenas migas». Según algunos autores del momento de cocinar las migas en compañía puesto que la tarea de "esmigajar" el pan era laboriosa y se hacía entre varias personas

Otros opinan que se originaría en el acto de comer juntos, en un ambiente de armonía, concordia y generosidad ya que cada cual aportaba a la comida lo que podía, uno el pan, otro el vino, otro el tocino... (4)

En mi opinión, ambas interpretaciones me parecen válidas por la simbología que transmite el acto de cocinar juntos o comer en compañía, que permite hacer nuevos vínculos o afianzar las amistades y que explica perfectamente el significado de "hacer buenas migas" como estar bien avenidos o llevarse bien.

A mi me gusta mucho acompañar las migas con granos de uva pero hay quien prefiere hacerlo con uno o dos huevos fritos lo que añade rotundidad a un plato contundente de por sí.

Otra receta, hablando de huevos y de migas, se la debemos a nuestra abuela. Se trata de los «Huevos al tantarantán», una especia de tortilla hecha con huevos y miga de pan para que cunda mucho y puedan comer varias personas. Se hacía mojando miga de pan en leche que luego se escurría y se añadía a la mezcla de huevos, sal y perejil. Había que dejar que la tortilla cuajase a fuego lento y luego se añadía un poco de agua para que creciese al cocer

En la zona de la Ribera de Navarra, donde también se conoce, era común el dicho "Hoy huevos al tantarantán, poco huevo y mucho pan". (5)

Hoy, en los programas de cocina que vemos en televisión, llamarían eufemísticamente a este plato "cocina de aprovechamiento" sin que caigamos en la cuenta de que hubo en nuestro país muchísimos años de escasez fruto de una guerra "incivil" en los que, al igual que la abuela tuvo que sacar adelante a dos hijas ella sola en medio de innumerables dificultades, miles y miles de personas tuvieron que alimentarse con platos tan humildes y honrados como los huevos al tantarantán y otros similares.

Tiempos en los que nada se desperdiciaba ni se malgastaba y en los que se hacía bueno el dicho de que, para los momentos de necesidad«A buen hambre no hay pan duro».


Notas:

(1) Etimologías de Chile.

(2)(3)(5)  Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.

(4) Universidad Isabel I.

Imagen: Desmotivaciones.