Nuestro país abunda en dichos que se mofan de la estupidez humana pero también hay unos cuantos que ponderan la inteligencia y el saber de los demás. Aunque siempre con cierto matiz de envidia, la cual define a España como ningún otro pecado.
Este es el caso de los dichos o locuciones que hoy vamos a ver, los cuales estamos muy acostumbrados a oir desde que éramos pequeños, no solo en Torrellas sino en cualquier lugar de nuestra geografía.
Andolz define "Briján" como "hombre listo, ingenioso, advertido" de una forma muy similar a como lo hacen otros diccionarios. (1) Pero en cuanto al origen de la expresión no hay acuerdo y las teorías sobre el mismo son dispares.
Hay quienes afirman que Briján era el nombre de un nigromante o hechicero medieval al estilo del legendario Merlín. Otros, que fue un desertor árabe que hacía la guerra por su cuenta durante la Reconquista...(2)
Por mi parte prefiero quedarme, en general, con la hipótesis más factible que es la que defiende que Briján era un ingeniero, doctor o maestro inglés (no queda claro) llamado O’Brian que trabajaba en Riotinto, Huelva. Al parecer, todo el pueblo lo tenía por un hombre muy inteligente e instruido. Según esta teoría, Briján sería el resultado de la pronunciación andaluza de Brian. (3)
Cómo es posible pasar de O'Brian a Briján, no lo sé. Pero seguro que para conseguirlo hay que ser onubense. Lo que importa es que saber más que Briján se aplica desde su origen a alguien inteligentísimo, modelo de agudeza y sagacidad.
Otra expresión, escuchada y pronunciada mil veces, es "sabe más que Lepe" la cual tiene también una teoría sobre su origen muy poco probable y otra mucho más verosímil. La primera asocia este dicho a un tal Juan de Lepe, personaje pícaro, astuto y aventurero, con quien el rey Enrique VII de Inglaterra se jugó su reino por un día en una partida de cartas. Como Juan de Lepe ganó la partida, fue rey de Inglaterra durante 24 horas, lo que aprovechó para enriquecerse. En edad avanzada, regresó a su pueblo natal, como un hombre muy rico. (4)
La mayoría de autores, sin embargo, coinciden en vincular la expresión "saber más que Lepe" con Pedro de Lepe, obispo de Calahorra en el siglo XVII. Su vasta y reconocida cultura, sirvió para que su apellido acabase convirtiéndose en sinónimo de conocimiento y sabiduría. (5)
Aunque la frase es casi siempre elogiosa, pues se aplica a la persona de ingenio vivo y despierto, también se aplica negativamente al que sabe más de la cuenta, al que se pasa de listo. (6) Incluso hay variantes que quieren darle un tono divertido que, en mi opinión, no dejan de ser chuscas y solo sirven para rebajar a aquella persona a la que se refieren. (7)
"Ser más listo que los ratones coloraos" define a la persona inteligente, viva y despierta. Creo que siempre la he escuchado referida a niños especialmente avispados y de gran inteligencia natural. Aseguran que los ratones de campo, cuyo pelo tiene un tono rojizo, son más listos y escurridizos que los comunes, de ahí la comparación. (8)
Según se dice en el folklore murciano, los ratones coloraos, son listos porque nunca se dejan ver por adultos, solo por niños con los que juegan, cantan y bailan, y que realmente son duendes que se transforman en ratones para que los niños no sientan miedo de ellos.(9)
"Saber latín" siempre se ha utilizado para referirse a la persona que sabe de muchísimas cosas. El latín era antiguamente la medida de la preparación, incluso de la inteligencia, de una persona. Quien sabía latín tenía una consideración social más elevada. (10)
También se refiere a alguien muy listo, muy astuto, que tiene muchas malicias: "Fulano lo sabrá, que ese sabe hasta latín". Igualmente se les aplicaba a las vacas resabiadas, que habían corrido por todos los pueblos. Se les decía: "Esa vaca sabe latín". (11)
La última expresión a la que haremos alusión también utiliza el verbo "saber" pero no en su acepción de "tener conocimientos sobre alguna materia" sino en la de "tener sabor".
"Ese no tiene ni idea, lo único que sabe es a tocino rancio" (12) se dice peyorativamente de alguien que presume de saberlo todo y en realidad no sabe nada comparándolo con algunos comestibles grasientos, como el tocino, que con el tiempo adquieren sabor y olor más fuertes echándose a perder, es decir, poniéndose rancios.
Y aquí lo dejamos, no sea que se nos ponga rancio el tocino.
Notas:
(1) Andolz, R. Diccionario Aragonés.
(2) Iribarren, J.M. El porque de los dichos.
(8) Buitrago, A. Diccionario de dichos y frases hechas.
(11) (12) Marín Royo, L.M. El habla en la Ribera de Navarra.