En el siglo XVI en la República de Venecia, el centro comercial y diplomático más importante de la Europa de la época, se publicaban unas "Hojas de Aviso" con noticias que giraban en torno a los intereses mercantiles, cosechas, llegada de navíos, cotizaciones de productos y relatos sobre guerras. (1)
Dichas hojas, al principio manuscritas, se vendían por una moneda de cobre de escaso valor equivalente a dos "Soldos" conocida popularmente con el nombre, en dialecto véneto, de "Gaxeta". Posteriormente se italianizó en "Gazzeta" adoptando la publicación el nombre de esta moneda con la que se compraba.
En poco tiempo, gracias al desarrollo de la imprenta, las "Gacetas" se extendieron por varios países europeos utilizadas al principio por banqueros y comerciantes y más tarde por toda clase de público que se sentía atraído por noticias de interés más general. Estas hojas son los antepasados directos de nuestras publicaciones periódicas.
No era raro que se publicasen maravillas, curiosidades y hechos de lo más sorprendente y algunos simplemente increíbles. Además los líderes políticos, dándose cuenta del gran poder que podían tener las "Gacetas" para influir en la población, no tenían escrúpulo alguno en tergiversar y mentir de la forma más descarada desde sus columnas.
En nuestro país se publicó a finales del siglo XVII la "Gaceta de Madrid" que se nutría sobre todo de fantásticos "noticiones" de otras gacetas extranjeras y también de España y de sus posesiones de ultramar haciendo gala primero de poca objetividad y poco a poco del sensacionalismo más exagerado.
De ahí que se acuñase la frase «Mentir más que la Gaceta» por la bien merecida fama de embustera que esta hoja informativa fue consolidando y que se convirtió en proverbial. (2) La frase se utiliza cada vez que un medio informativo, una institución, un político o cualquier persona miente con exageración y de forma reiterada, con descaro y cinismo, a semejanza de dicha publicación que, con el paso de los años, derivó en el diario oficial del gobierno que conocemos hoy con el nombre de Boletín Oficial del Estado. (3)
La abuela personalizaba la frase diciendo «Miente más que la Gaceta del Norte», aludiendo a un diario católico con dicho nombre editado en Bilbao desde 1901 a 1987. (4)
Seguramente se trataría de un "cruce" que haría entre el dicho clásico y el nombre del diario vasco del que no puedo decir nada de su objetividad o de la falta de la misma ya que no lo conocí.
Lo único que puedo afirmar con seguridad es que nuestra abuela no daba nunca puntada sin hilo y que cuando decía lo que decía tenía sobradas razones para hacerlo.
Notas:
No era raro que se publicasen maravillas, curiosidades y hechos de lo más sorprendente y algunos simplemente increíbles. Además los líderes políticos, dándose cuenta del gran poder que podían tener las "Gacetas" para influir en la población, no tenían escrúpulo alguno en tergiversar y mentir de la forma más descarada desde sus columnas.
En nuestro país se publicó a finales del siglo XVII la "Gaceta de Madrid" que se nutría sobre todo de fantásticos "noticiones" de otras gacetas extranjeras y también de España y de sus posesiones de ultramar haciendo gala primero de poca objetividad y poco a poco del sensacionalismo más exagerado.
De ahí que se acuñase la frase «Mentir más que la Gaceta» por la bien merecida fama de embustera que esta hoja informativa fue consolidando y que se convirtió en proverbial. (2) La frase se utiliza cada vez que un medio informativo, una institución, un político o cualquier persona miente con exageración y de forma reiterada, con descaro y cinismo, a semejanza de dicha publicación que, con el paso de los años, derivó en el diario oficial del gobierno que conocemos hoy con el nombre de Boletín Oficial del Estado. (3)
La abuela personalizaba la frase diciendo «Miente más que la Gaceta del Norte», aludiendo a un diario católico con dicho nombre editado en Bilbao desde 1901 a 1987. (4)
Seguramente se trataría de un "cruce" que haría entre el dicho clásico y el nombre del diario vasco del que no puedo decir nada de su objetividad o de la falta de la misma ya que no lo conocí.
Lo único que puedo afirmar con seguridad es que nuestra abuela no daba nunca puntada sin hilo y que cuando decía lo que decía tenía sobradas razones para hacerlo.
Notas:
(1) Pena de Oliveira, F. Teoría del periodismo.
(2) El reto histórico.
(3) Doval, G. Del hecho al dicho.
(4) Arbil.
Imagen: La radio de 25 de mayo.
(2) El reto histórico.
(3) Doval, G. Del hecho al dicho.
(4) Arbil.
Imagen: La radio de 25 de mayo.